Last Pick Me.
Cuando validarse ante los hombres se vuelve un acto de auto-traición y la violencia se disfraza de meme.
En la era digital, ser pick me no es solo una etiqueta: se ha vuelto un fenómeno social ampliamente discutido, violentado, y muchas veces malinterpretado. Más allá del meme o del comentario viral, esta figura encarna una narrativa silenciosa: la de la mujer que, consciente o inconscientemente, se posiciona por encima de otras para ser aceptada, deseada, validada por un hombre.
Y sin embargo, aquí es donde la historia se complica.
¿Qué es una “pick me”?
Una pick me girl es comúnmente retratada como aquella que dice frases como “yo me llevo mejor con hombres”, “no soy como las demás chicas”, o “odio el drama, por eso no tengo amigas mujeres”. Pero reducirla a esas frases sería quedarnos en la superficie. Lo verdaderamente doloroso es que muchas de estas conductas provienen de experiencias reales de rechazo, exclusión o invisibilización. Muchas veces, ser “la diferente” fue una estrategia de supervivencia emocional.
Melanie Klein, desde el psicoanálisis, nos hablaba de cómo la niña internaliza el amor y el rechazo desde sus primeras relaciones objetales, y cómo eso estructura su modo de vincularse. La pick me es, en muchos casos, una niña que aprendió que solo siendo útil, dócil, diferente o especial, era merecedora de amor.
La identidad construida en el deseo del Otro
Lacan lo habría dicho de forma brutal: el deseo está estructurado en torno al deseo del Otro. Es decir, yo soy en tanto que soy deseada por el otro. Y si el Otro —con mayúscula— es el hombre, entonces muchas mujeres aprenden a constituirse como deseables desde el molde masculino.
Tomar los gustos, los intereses, incluso los silencios del otro y hacerlos propios no es solo una forma de amor, sino una forma de anulación. La identidad se borra a cambio de validación.
El problema no es querer gustar. El problema es dejar de gustarse a una misma para que alguien más nos elija.
¿Y si ser “pick me” es también una forma de violencia interiorizada?
Porque muchas veces no lo es por maldad. Es una forma aprendida. Una pedagogía del agrado. Un reflejo de lo que nos enseñaron como estrategia para sobrevivir en un mundo que castiga a las mujeres que se saben, que se nombran, que se bastan.
Pero aquí entra la paradoja: en el momento en que las redes sociales comenzaron a visibilizar este comportamiento, lo que pudo haber sido una oportunidad de reflexión se volvió una ejecución pública.
El término pick me ha sido convertido en un látigo para avergonzar y ridiculizar a mujeres que, en muchos casos, no tienen idea de que están repitiendo una estructura violenta. O peor aún, mujeres que lo hacen consciente y encuentran en ello cierta validación masculina, por lo menos momentánea.
La violencia digital: entre la mofa y el linchamiento simbólico
Internet convirtió al feminismo en meme, y con él, también a sus síntomas. Las pick me son hoy carne de TikTok, reels de 15 segundos donde se ridiculiza su forma de hablar, de vestirse o de relacionarse. Pero pocas veces se señala el sistema que las produjo.
Lo que parecía una crítica se convirtió en bullying sistemático. Y lo que podría haber sido una pregunta crítica se volvió una condena.
¿Dónde queda el contexto? ¿Dónde la empatía? ¿Dónde la reflexión colectiva?
La pick me no se salva sola (y nosotras tampoco)
Si la pick me intenta salvarse de la exclusión ganándose el amor del Otro, solo está reeditando una forma de dolor. Y si nosotras, al visibilizarla, solo la atacamos, estamos perpetuando otro tipo de exclusión.
Nadie se salva sola. Ni la que se conforma con migajas de amor ni la que cree haber superado esa etapa.
Porque todas, en algún momento, hemos callado para no incomodar. Hemos negado una parte de nosotras para ser aceptadas. Hemos dicho “a mí me gusta más estar con hombres” cuando en realidad lo que no queríamos era volver a ser las últimas en ser elegidas.
La salida no es la burla. La salida es la conciencia.
Wow si, cuando empezaron a ridiculizar el término pensé que todas en algún momento habíamos sido así, por la misma construcción social de que las mujeres no se llevan bien entre ellas y así, entonces decimos como: es mil veces mejor estar con hombres, y al final nos damos cuenta que muchos de los amigos hombre que teníamos nos veían como objetos y que nuestra personalidad se limitaba al estar con ellos. O pues, eso fue lo que me pasó a mi tristemente me cuesta hacer amigas mujeres, por tantos años de mi vida pensando de esa manera.
Nunca lo había visto de esta forma...wow.